viernes, 15 de junio de 2012

Tiempo para planificar y comunicar

La piedra angular de la nueva etapa de la minería que se avecina es la comunicación clara y precisa. Es necesario que seamos muy cuidadosos con la información que se le brinda a la comunidad, para no abrumarla ni confundirla más. Sobrecargar con datos a la ciudadanía, sin una percepción técnica que facilite la lectura y la historia de un proyecto minero, podría embrollar aún más la cuestión minero-ambiental, teniendo en cuenta la información que ya circula y el hecho de que no faltan quienes buscan acomodar los estudios e informes científicos a necesidades y satisfacciones políticas e ideológicas. No es casual lo que pasa en algunas provincias o en el país. Latinoamérica está teniendo problemas de comunicación similares. Si bien cada caso es particular, a la par de colaborar de alguna forma con errores evitables, el sector minero no termina de reaccionar en tiempo y en forma, previo a hacer antes su mea culpa. De todas maneras, puertas adentro de la actividad, sobre todo en lo relacionado a las políticas de comunicación de la minería, es innegable que todavía persisten cabos sueltos sin atar. Ahora, sin dejar de registrar lo que conseguimos, algún día tendremos que reconocer que en la realidad hay mucho más de lo que subjetivamente queremos ver. Acompañar la información técnica En este marco es importante difundir correctamente la información pública, pero atendiendo a la historia y la evolución de la actividad minera en la provincia. Un dato descontextualizado será la razón de nuevas disputas estériles y circulares de las que justamente buscamos salir. Una cosa es explicar a la sociedad y guiarla en la comprensión de la actividad, y otra recargarla de datos que terminen saturándola, situación que de seguro se prestará para una confusión predecible. Cualquier información debe ser facilitada adecuadamente y no dejada a la libre interpretación de quien la recibe. Cuando se trata de temas tan sensibles, se requiere de acompañamiento, no puede quedar en la simple entrega de documentación oficial. En síntesis, la información sacada de contexto y sin el correspondiente acompañamiento técnico de los profesionales dará lugar a otras reyertas teóricas, porque en este tema abundan los autoproclamados “representantes” del pueblo cuya ocupación exclusiva es enredar más la discusión para que nada se aclare. Hay un tiempo para aprender, pero… Es momento de planificar y comunicar porque cuando un emprendimiento minero se pone en marcha el avance es arrollador y si no estamos preparados política y socialmente, la actividad nos va a sorprender otra vez en ayunas y vamos a terminar apelando como siempre a alguna lamentable improvisación. Pregunto por enésima vez: ¿Qué quieren específicamente hacer con el dinero proveniente de la actividad minera? Proyectemos el desarrollo de Andalgalá, Belén y Santa María. Mostrémosle a la gente en qué lugar estamos parados y adónde podemos llegar, qué le vamos a dar en el futuro y qué puede esperar de los aportes de la minería. El catamarqueño es gente pasiva pero inteligente. Sabe cuando apoyar y cuando no. Confiemos en eso. Hay un tiempo para aprender, lógicamente, pero seamos respetuosos de la paciencia de las personas. Recordemos que, más allá de nuestra dureza para asimilar las oportunidades o dejar de lado los egos personales, el que sufre es siempre el que está debajo en la pirámide social, el que menos tiene. Gestos de confianza Una organización política minera que pueda tener significado para las personas debe incluir objetivos verificables y ser notablemente diferente al modo en que se vienen manejando las cosas hasta aquí. El catamarqueño no quiere vivir en la inmediatez o la improvisación. La posteridad es un valor irrenunciable a la hora de decidir sobre acompañar o no una actividad de alto impacto económico como la minería para suplir parte de sus necesidades. Tratemos de ponernos a la altura de lo que exige la sociedad y démosle motivos para que confíe, y la comunidad responderá con madurez. Pero, a medias no. No alcanza. Las estrategias y las decisiones tienen que ir a fondo. Deben ser contundentes y con fuertes señales para las poblaciones mineras. Sin planificación no puede haber sinergia, reunión, concordancia, asociación, correlación. Esto lo tienen que entender los funcionarios actuales. Sin una proyección seria, las comunidades que sufren divisiones no saldarán las diferencias que tienen. Identidad y minería La historia demuestra que constantemente las naciones, como también los individuos, afirman su identidad en la percepción que tienen de sí mismos –imagen basada en una mezcla de factores subjetivos y objetivos, como dijimos al principio-. Son muchos años de inconsistencia en materia de política minera como para que desaparezcan de golpe los reflejos sociales que siguen condicionados por la falta de cumplimiento de la palabra oficial empeñada por funcionarios de turno. Sin embargo, el cambio del “humor”, de expectativas y de actitudes, parece estar ahora basado en condiciones objetivas más favorables. Las perspectivas desde el punto de vista gubernamental cambiaron, pero deben tender a plasmarse con prudencia en variables socioeconómicas que trasciendan los discursos meramente hipotéticos y se encarnen en los beneficiados. Varias veces intentamos en vano dejar de lado el trasfondo político e ideológico en la que casi constantemente se ve envuelta la minería. Lo cierto es que no salimos adelante por enconos personales o diferencias más bien metafísicas. Posiciones demasiado abstractas y vergonzosas en comparación con las necesidades que pasan muchos de nuestros comprovincianos. Minería (Por Juan Carlos Andrada)

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